Abrir los ojos parece sencillo. La primera bocanada de aire conecta nuestros sentidos. Pero hay otras realidades detrás de algunos muros donde la vida cambia de color. Allí la danza de los fantasmas con urgencias y rutinas diarias marca el pulso a la espera de ese despertar. Los ojos de muchos siguen cerrados, solo los del otro lado esperan un milagro. Algunos, jamás volverán a hacerlo. Otros vivirán un sueño donde el espacio y el tiempo simplemente desaparecerán.
Los que despertamos veremos a esos seres como si estuviesen durmiendo. Observaremos cada pequeño pestañeo a la espera de una señal. Atravesaremos un mar de seres algunos sentados, otros acostados, solo para llegar al encuentro y observar, simplemente observar y acompañar a ese ser sumergido en las profundidades del alma. Nos desvelará imaginar que está sucediendo en esa mente que solo envía pequeñas señales atraves de ese faro titilante, que no se abre.
Un día llegaremos y con un guiño se despedirá en paz . Su sonrisa nos dirá, ya está, ya pueden dejar de soñar.
Yanina Marquevich
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