sábado, 18 de septiembre de 2010

Un escenario

El camino de ingreso al cementerio se hace largo y denso. El manto verde que se abre a los pies, humedecido por las lágrimas del cielo, huele dulce mezclado con el sonido de las flores.

A lo lejos, se distinguen montañas apiladas, observan y esperan silenciosas la marcha de la vida que transcurre alrededor.

Como un ritual se repiten escenas similares en diversos puntos del lugar. Llantos, asombro, misterio, incomprensión y silencio son los únicos ecos que se oyen.

Es allí donde se comprende la importancia de la vida y la finitud de la misma.

Los laberintos con cara de piedra dan la bienvenida como si estuviesen esperando mayor compañía. Quieren explicar lo que ya saben desde que llegaron allí y transmitir paz al que entra.

Sin embargo, no es eso lo que se siente o percibe. Al llegar al lecho buscado, la sombra del árbol y sus incesantes hormigas devoradoras de tranquilidad, esperan en silencio.

Luego, caen diamantes y flores que riegan su nombre con una sola pregunta sin responder.

Yanina Marquevich

Finales de Cuentos- Blancanieves

1) Blancanieves toma una manzana y recuerda que aun no compró harina. Los invitados están por llegar y no tiene el postre listo.
Mejor le pongo dulce de leche y adiós al struddel. – Piensa.

2) Minutos después de morder la manzana siente un leve mareo. –¿Cuál de todos habrá sido? – Piensa.
Cae al piso y luego abre los ojos. Ve al príncipe a su lado que la mira con ternura y preocupación. Blancanieves no puede sostener la mirada, la vergüenza de la infidelidad no puede con ella…

3) Cuando despierta de su largo sueño ella observa a su alrededor confundida. No comprende demasiado que ha sucedido. Camina despacio hacia el cuarto continuo y nota que todo está pintado de verde. Va hacia la cocina y observa que todo está tenido de rojo, hasta la pava. Sigue caminando y el comedor se convierte en violeta, el baño amarillo. De repente salen los enanitos vestidos de azul. Ella exclama –¿Dónde está mi príncipe?.
El enano mayor contesta – Ya no combinaba más…


4) Cuando despierta mira al príncipe y le dice: – ¡Oh, mi amor, que pálido estás!.
Él la mira tiernamente y le dice, tu blancura me encandila o ¿será el efecto del skip en polvo?. – No mi amor, es Ariel. – contesta.

Foto en el lago

Domingo de sol, primavera multicolor. Pintó picnic. Ella prefería dormir, ¿quien dijo que los días de sol debamos salir? - pensó.
Su novio estaba entusiasmado con el gran plan, no quizo arruinar su instante de felicidad y decidió apoyarlo. Buscaron la helatodo, pan lactal, improvisaron unos sandwichitos, algunas gaseosas, bolsito con objetos varios y salieron rumbo al Tigre.
Esos paseos la deprimen un poco, pero no había otro plan más interesante. Su novio no tiene ideas demasiado originales, ella tampoco. No importa dado que en breve pasará a ser categoría ex.
De todos modos, entre el hastío de quedarse haciendo nada y hacer nada al aire libre, esta última fue la mejor opción, al menos la mas sana.
Luego de un viaje interminable, escuchando las mismas anécdotas de siempre y los planes que le deparaba el día, finalmente llegaron.
Caminaron largas extensiones de yuyales que le daban más emoción a su novio cual Rambo del medioevo que con cara de sacrificio, transportaba la helatodo y el bolsito de objetos varios.
Ella siempre olvidaba el aerosol salvavidas, ese que evita que se llene de ronchas pustulosas. Él también lo olvida, solo lo recuerda cuando ella comienza a reprocharle que se lo olvidó nuevamente.
Buscaron un árbol frondoso para establecerse y comenzar el ritual campestre. Sacaron lonita, helatodo, helanada , sandwichitos ya no tan helados y se sentaron mirando al río.
Novio decide hacer algo y sale corriendo repentinamente. Ella lo observa petrificada, no puede creer lo que está sucediendo.
El chico grita que vio un delfín y quiere ir a su encuentro. Ella mira el sobrecito de mayonesa, a lo mejor está vencido y le causó alucinaciones. No sabe bien que hacer y espera. Comienza a desesperarse cuando ve que su novio se está por lanzar. Él no sabe nadar. Ella, tampoco.
Ella le grita desesperada: - ¡Podes venir para acá trastornado!.
No hay caso, él esta decidido a hacerlo y sigue insistiendo con el delfín. Ella, decide dar la vuelta a la orilla de enfrente, pero siente un leve mareo y comienza a ver todo borroso, como si el agua se tragara todo. Ve al árbol, al camalote que viene navegando, el cielo y a su novio haciendo equilibrio hablando con un supuesto delfín.
Cae al suelo y observa el mundo que se está desdibujado. Lo último que recuerda es eso.

Masticadora de medias

Tarde de domingo. Día de sol y descanso. La casa está en movimiento ya que he decidido ponerla en orden.

En su cucha se encuentra el canino revoltoso y saltarín. Observa todos mis movimientos y me sigue de acá para allá. No es normal para ella ver tanto movimiento, se la nota inquieta y contenta.

Agarro el plumero, corro cajas y valijas que quedaron aun sin deshacer de mi época de viajes de azafata express. Suena el teléfono, es mamá para variar.

Pongo el speaker mientras sigo con mis tareas, pero si bien tenemos cinco sentidos, todos nos me funcionan simultáneamente o debe haber algún cortocircuito. Eso de la multitarea últimamente está fallando, será el cansancio o será desconcentración, cuestión que está sufriendo alteraciones.

De repente, canino sale corriendo a todo vapor. Yo con speaker, plumero y bolsa corriendo alrededor de la mesa al lanudo de cuatro patas que se empecina en desafiarme.

Se para frente a mí con un par de medias en su boca, sonriendo provocativamente

Largo el plumero y apoyo el teléfono. Mama sigue hablando.

Canino más desafiante me invita a tironear del objeto. Logro el empate, recupero una media. Vamos uno a uno. Objetivo número dos, recuperar la otra. No hay caso, canino sigue corriendo y la pierdo de vista. No me preocupo mucho ya que son juegos habituales.

Tomo el teléfono y la transporto a mama a la alacena . Sigo buscando la media. Grito el nombre del can que sale de su guarida, relamiéndose.

La masticadora de medias se dio un panzazo y cual postrecito Sandy después de la cena, se la nota feliz con su nuevo plato gourmet.

Ante mi asombro y duda pienso, si es posible que haya sucedido lo que creía que había sucedido. Vuelvo a la alacena para interrumpir el monologo de mama y le pregunto:

- Má, ¿es posible que se haya comido una media?

- ¿Vos estás loca? – me dice.

- Creo que se comió una media, no la encuentro.

Mi madre cree que he enloquecido y me recomienda vacaciones. Termina nuestra charla y yo sigo buscando desesperadamente la media.

Canino me observa ya no tan sonriente. Días después, decide retornarla parece que ya no tenía tanto frío…

Moraleja: Se tu mismo, no importa lo que digan. Be yourself no matter what they say.

Yanina Marquevich