Pálidas, cálidas, azules, frías o brillantes, cada una tiene algo que transmitir.
Las sensaciones que nos invaden son consecuencia muchas veces de sus destellos. La luz cálida nos invita a quedarnos en casa, en nuestro sillón preferido, leyendo un libro o simplemente acurrucarnos a dormir una siesta.
Las luces frías nos encuentra en la sala de espera de un hospital , aguardando horas quizas dias, una señal. Sin embargo los fantasmas transitan sin mirarnos, sin parpadear siquiera, sin ofrecernos un mínimo consuelo que haga palpitar nuestras esperanzas.
Las luces tambien son enemigas de los secretos que juegan a las escondidas y un día son sorprendidos en algún rincón.
Ellas resaltan los defectos que luchan por quedarse donde están, arraigados y creciendo prosperamente. Cuando son descubiertos, hay que animarse a enfrentarlos...
...Puntos de colores sobre el blanco fondo que asoma. Turquesas, violetas, amarillos, cada uno representa una pregunta, cada uno va acompañado de una estrella, esa que brilla y titila sola en la inmensidad de la noche...
Yanina Marquevich
Astromelia Viajera
jueves, 20 de enero de 2011
sábado, 8 de enero de 2011
Tiempo
Ideas, confusiones, pensamientos, imágenes. ¿Cómo describir en palabras la diversidad de cosas que suceden en la mente?.
El tiempo es un letargo; aprovecharlo sin desperdicio: el desafío. Sale el sol, sale la luna, un día más, un día menos.
El agobio y la insatisfacción no pueden ganar la pulseada. Tampoco la salida es llenarlo con cosas efímeras. Llenar páginas con colores brillantes es una alternativa poco efectiva.
Productividad, eficiencia. ¿Cómo deshacerme de esas palabras que me acompañan desde siempre? ¿Cómo liberarse de ese quiste arraigado que me hizo perder noción de quien soy y que deseo realmente?.
La búsqueda de respuestas se vuelve un laberinto. No todo debe tener un porque o un para qué; dicen algunos…
Quisiera simplemente percibir el vaivén de las cosas y dejarme llevar por ellas, más liviana.
También flotar como una hoja que levanta vuelo en una tormenta de verano. Oler ese aroma a tierra húmeda y flores son las cosas que me recuerdan que estoy viva. Me conectan con algo más profundo, me inspiran.
A la hora de la siesta, el mundo se detiene. Todo se apacigua, menos mi mente.
¿Cómo disfrutar sin pensar tanto? ¿Cómo llenar ese espacio vacío entre el silencio y las horas que pasan sin sentido? ¿Cómo despertar con la misma alegría genuina, esa que tenía cuando era chica y amanecía con un beso y un Nesquick cada mañana?.
¿Cómo volver a sonreír con tantas ausencias presentes?...
Yanina Marquevich
El tiempo es un letargo; aprovecharlo sin desperdicio: el desafío. Sale el sol, sale la luna, un día más, un día menos.
El agobio y la insatisfacción no pueden ganar la pulseada. Tampoco la salida es llenarlo con cosas efímeras. Llenar páginas con colores brillantes es una alternativa poco efectiva.
Productividad, eficiencia. ¿Cómo deshacerme de esas palabras que me acompañan desde siempre? ¿Cómo liberarse de ese quiste arraigado que me hizo perder noción de quien soy y que deseo realmente?.
La búsqueda de respuestas se vuelve un laberinto. No todo debe tener un porque o un para qué; dicen algunos…
Quisiera simplemente percibir el vaivén de las cosas y dejarme llevar por ellas, más liviana.
También flotar como una hoja que levanta vuelo en una tormenta de verano. Oler ese aroma a tierra húmeda y flores son las cosas que me recuerdan que estoy viva. Me conectan con algo más profundo, me inspiran.
A la hora de la siesta, el mundo se detiene. Todo se apacigua, menos mi mente.
¿Cómo disfrutar sin pensar tanto? ¿Cómo llenar ese espacio vacío entre el silencio y las horas que pasan sin sentido? ¿Cómo despertar con la misma alegría genuina, esa que tenía cuando era chica y amanecía con un beso y un Nesquick cada mañana?.
¿Cómo volver a sonreír con tantas ausencias presentes?...
Yanina Marquevich
Fiestas de fin de año
Llega fin de año. Hablar del estado del tiempo y de fin de año podria decirse son los temas que encabezan la lista por lo recurrentes, sino preguntele a algun taxista. Sin duda, los mejores estadistas.
Si bien es una epoca distinta, a mi no me entusiasma demasiado. Fiestas, reuniones, brindis, convenciones sociales para querernos y desearnos lo mejor, los buenos deseos de un próspero año nuevo, que si bien es genuino a veces se torna exacerbado.
Es en esas fiestas que descubris que detras de las fachadas de buenos augurios hay un halo de insinceridad, al limite incluso muchas veces de falta de tacto.
Creo que en estas fechas la gente se pone mas idiota, como si la cuenta regresiva del reloj indicara que tienen que completar eventos a último momento porque se va el año. Es una etapa de regresión adolescente, gente emborrachada para una supuesta diversión, chicas y chicos transando publicamente en los reservados, chicos histeriqueando con chicos y chicas y chicos deprimidos por ex-amores, sufriendo por lo que no fue, cerrando ventanas que estan abiertas frente a sus ojos y asi miles de microrelatos. Un folclore que presencio y padezco desde que tengo 10 años, desde que jugabamos a la botellita en los asaltos, en esos bailes donde aprendes y descubris que no todo tiene un final de cuentos romanticos.
Simplemente, me agota.
Las fiestas no son para mi. Llego con euforia y entusiasmo, pero en algun momento algo en mi interior me dice, run Forest, run. No siempre me sucede, pero asumo que no me divierte tanto la cumbia por mas que baile esos pasitos y tararee hasta la mañana siguiente temas como Bombón asesino, única excepción son los de Gilda y Rodrigo que me encantan y me despierte abombada por varias razones.
Los seres humanos necesitamos inventar ritos para encontrar espacios de supuesta felicidad, espacios que nos hagan olvidar el paso del tiempo para sentirnos adolescentes eternos, espacios de encuentro que si bien pueden producirnos alegría momentanea, no dejan de ser ficticios.
Despertar al dia siguiente nos recuerda que el calendario termina, que el tiempo no para y solo estamos transitando. Se renuevan esperanzas para sentirnos vivos y no caer en la cuenta que un año mas está concluyendo. Ese año que empezamos con una lista enorme de grandes metas y que quizas muy pocas o ninguna se ha cumplido o las que se cumplieron, a lo mejor ya ni nos interesan. La vida es una gran vidriera llena de promesas. Cada año es una nueva oferta. Mi deseo es construir momentos reales, simples y cotidianos, sin musiquita de fondo...
Yanina Marquevich
Si bien es una epoca distinta, a mi no me entusiasma demasiado. Fiestas, reuniones, brindis, convenciones sociales para querernos y desearnos lo mejor, los buenos deseos de un próspero año nuevo, que si bien es genuino a veces se torna exacerbado.
Es en esas fiestas que descubris que detras de las fachadas de buenos augurios hay un halo de insinceridad, al limite incluso muchas veces de falta de tacto.
Creo que en estas fechas la gente se pone mas idiota, como si la cuenta regresiva del reloj indicara que tienen que completar eventos a último momento porque se va el año. Es una etapa de regresión adolescente, gente emborrachada para una supuesta diversión, chicas y chicos transando publicamente en los reservados, chicos histeriqueando con chicos y chicas y chicos deprimidos por ex-amores, sufriendo por lo que no fue, cerrando ventanas que estan abiertas frente a sus ojos y asi miles de microrelatos. Un folclore que presencio y padezco desde que tengo 10 años, desde que jugabamos a la botellita en los asaltos, en esos bailes donde aprendes y descubris que no todo tiene un final de cuentos romanticos.
Simplemente, me agota.
Las fiestas no son para mi. Llego con euforia y entusiasmo, pero en algun momento algo en mi interior me dice, run Forest, run. No siempre me sucede, pero asumo que no me divierte tanto la cumbia por mas que baile esos pasitos y tararee hasta la mañana siguiente temas como Bombón asesino, única excepción son los de Gilda y Rodrigo que me encantan y me despierte abombada por varias razones.
Los seres humanos necesitamos inventar ritos para encontrar espacios de supuesta felicidad, espacios que nos hagan olvidar el paso del tiempo para sentirnos adolescentes eternos, espacios de encuentro que si bien pueden producirnos alegría momentanea, no dejan de ser ficticios.
Despertar al dia siguiente nos recuerda que el calendario termina, que el tiempo no para y solo estamos transitando. Se renuevan esperanzas para sentirnos vivos y no caer en la cuenta que un año mas está concluyendo. Ese año que empezamos con una lista enorme de grandes metas y que quizas muy pocas o ninguna se ha cumplido o las que se cumplieron, a lo mejor ya ni nos interesan. La vida es una gran vidriera llena de promesas. Cada año es una nueva oferta. Mi deseo es construir momentos reales, simples y cotidianos, sin musiquita de fondo...
Yanina Marquevich
domingo, 5 de diciembre de 2010
Sabados musicales
Noche de sábado. Musiqueando. Esos lentos clásicos que suenan y te recuerdan cosas que preferirias olvidar. No se porque asocio esta situación a la pelicula de Bridget Jones: la gordis comiendo helado, echada frente al televisor, torturandose con un tema lento que no recuerdo bien.
Por lo pronto ahora suena Thank you de Dido, it is not so bad... La previa de Phil Collins, Against of odds me knockeo.
En fin, no voy a dar un catalogo musical porque no estamos en un karaoke, encima ahora arranca Cold Play, The Scientist, nobody said it was easy, asi que cartón lleno...
La música dibuja instantes. Es increible el poder del sonido, tanto como el de los olores.
Los sentidos se transportan cuando suena un tema o entramos a un lugar y olfateamos ese cafecito con leche una tarde de frío.
Es aconsejable cerrar los ojos y retener todo lo que pueda nuestra memoria traer en ese momento y en lo posible, anotarlo. Hice ese ejercicio muchos años, pero no encuentro el cuaderno donde lo anotaba. Acto fallido diria el Freud y sus discipulos.
Sería interesante releer lo que escribia una adolescente de 15 años, estado puro de emoción. En esas epócas donde todo era ilusión y soñaba con lo que depararía el futuro. En esas epocas donde uno no imaginaba que puertas abriria o cerraria. La vida era un cuento. Elige tu propia aventura, clasico, colección que le falta un tomo: el escrito por uno mismo.
Seria bueno que exista un libro que te de la posibilidad de agregar o arrancar capitulos, aun cuando esté publicado. Tambien sería bueno que eso sucediese en el camino que uno recorre y construye. Estoy cursi. Mejor me voy a dormir.
No todo está perdido, suena Let it be.
Por lo pronto ahora suena Thank you de Dido, it is not so bad... La previa de Phil Collins, Against of odds me knockeo.
En fin, no voy a dar un catalogo musical porque no estamos en un karaoke, encima ahora arranca Cold Play, The Scientist, nobody said it was easy, asi que cartón lleno...
La música dibuja instantes. Es increible el poder del sonido, tanto como el de los olores.
Los sentidos se transportan cuando suena un tema o entramos a un lugar y olfateamos ese cafecito con leche una tarde de frío.
Es aconsejable cerrar los ojos y retener todo lo que pueda nuestra memoria traer en ese momento y en lo posible, anotarlo. Hice ese ejercicio muchos años, pero no encuentro el cuaderno donde lo anotaba. Acto fallido diria el Freud y sus discipulos.
Sería interesante releer lo que escribia una adolescente de 15 años, estado puro de emoción. En esas epócas donde todo era ilusión y soñaba con lo que depararía el futuro. En esas epocas donde uno no imaginaba que puertas abriria o cerraria. La vida era un cuento. Elige tu propia aventura, clasico, colección que le falta un tomo: el escrito por uno mismo.
Seria bueno que exista un libro que te de la posibilidad de agregar o arrancar capitulos, aun cuando esté publicado. Tambien sería bueno que eso sucediese en el camino que uno recorre y construye. Estoy cursi. Mejor me voy a dormir.
No todo está perdido, suena Let it be.
martes, 23 de noviembre de 2010
La cautivadora de vienenses apasionados
Dícese de ella que camina por las calles en las noches en busca de sus presas.
Su estrategia parece simple, se viste de rojo de pies a cabeza y simplemente circula.
Es dueña de miradas fascinadas. Su sex-appeal atrae como un imán y ellos, los hombres y no tanto, se pegan como clips.
Ella se regodea con esta actuación, es conocedora de cada movimiento y gesto que cautivará la atención de su víctima. La predictibilidad la aburre, pero ella debe satisfacer su deseo.
Camina y camina con un único objetivo: encontrar alguien fuera de lo común, distinto.
Espera el día que alguien actúe diferente y desafíe su mandato, que genere un cambio de paradigma y la obligue a pensar en otro método.
Por el momento, todo es habitual y reiterativo. Ellos, se muestran apasionados, enamorados, deslumbrados. Se acuestan con un sueño, se despiertan con la realidad.
Ella simplemente, observa y espera cauta. Juega el juego y se divierte. A veces más, a veces menos.
Sabe que es dueña de sus destinos y le divierte pensar alternativas que la convertirán en un ser supremo, casi sagrado. Se colocará en un altar para ser venerada, con los años la idolatrarán.
Hay algo que la hace especial que la convierte en un ser con poderes únicos.
En el medio de la noche, espera. Abre los ojos y observa a su compañero casual que yace a su lado. Le atrae ver como el párpado tintinea e imaginar que está pasando en ese instante por la mente de ese sujeto.
Se queda horas mirando y esperando el momento justo antes de que logre despertar. En ese microsegundo inmediato anterior, un haz de luz es lanzado desde el centro de su pecho, allí donde late su corazón. Esa luz, lo convierte en polvo y logra desintegrarlo totalmente para pasar a otra dimensión.
Los convierte en objetos de colección que coloca sutilmente dentro de frascos de mermelada hasta su total cristalización.
Luego, los lleva al freezer previamente, coloca colorantes que le dan un toque más creativo a su elaboración.
Finalmente, son distribuidos en hileras uno arriba del otro, pilas y pilas de frasquitos coloridos conteniendo lo que fue un posible sueño que jamás despertó pero que conservan total conciencia aunque estén desintegrados. Ellos están ahí, pero no pueden manifestarse. Han quedado fragmentados pero son testigos de la situación.
Al dia siguiente, ella abre las puertas de su negocio en plena avenida Corrientes, coloca una pizarra abierta en la entrada con el menú del día y ofrece a sus comensales platos deliciosos, que devoran con pasión.
La entrada es acompañada por pan con manteca y una salsita casera de colores radiantes que todos mueren por probar. Especialidad de la casa, anuncia la carta.
Así, día tras día, detrás del mostrador, ella observa como sus víctimas son deglutidas y desaparecen.
Así se ejecuta su ritual, en memoria de quienes han desintegrado sus sueños, allí cuando despertaban con la realidad.
Yanina Marquevich
Su estrategia parece simple, se viste de rojo de pies a cabeza y simplemente circula.
Es dueña de miradas fascinadas. Su sex-appeal atrae como un imán y ellos, los hombres y no tanto, se pegan como clips.
Ella se regodea con esta actuación, es conocedora de cada movimiento y gesto que cautivará la atención de su víctima. La predictibilidad la aburre, pero ella debe satisfacer su deseo.
Camina y camina con un único objetivo: encontrar alguien fuera de lo común, distinto.
Espera el día que alguien actúe diferente y desafíe su mandato, que genere un cambio de paradigma y la obligue a pensar en otro método.
Por el momento, todo es habitual y reiterativo. Ellos, se muestran apasionados, enamorados, deslumbrados. Se acuestan con un sueño, se despiertan con la realidad.
Ella simplemente, observa y espera cauta. Juega el juego y se divierte. A veces más, a veces menos.
Sabe que es dueña de sus destinos y le divierte pensar alternativas que la convertirán en un ser supremo, casi sagrado. Se colocará en un altar para ser venerada, con los años la idolatrarán.
Hay algo que la hace especial que la convierte en un ser con poderes únicos.
En el medio de la noche, espera. Abre los ojos y observa a su compañero casual que yace a su lado. Le atrae ver como el párpado tintinea e imaginar que está pasando en ese instante por la mente de ese sujeto.
Se queda horas mirando y esperando el momento justo antes de que logre despertar. En ese microsegundo inmediato anterior, un haz de luz es lanzado desde el centro de su pecho, allí donde late su corazón. Esa luz, lo convierte en polvo y logra desintegrarlo totalmente para pasar a otra dimensión.
Los convierte en objetos de colección que coloca sutilmente dentro de frascos de mermelada hasta su total cristalización.
Luego, los lleva al freezer previamente, coloca colorantes que le dan un toque más creativo a su elaboración.
Finalmente, son distribuidos en hileras uno arriba del otro, pilas y pilas de frasquitos coloridos conteniendo lo que fue un posible sueño que jamás despertó pero que conservan total conciencia aunque estén desintegrados. Ellos están ahí, pero no pueden manifestarse. Han quedado fragmentados pero son testigos de la situación.
Al dia siguiente, ella abre las puertas de su negocio en plena avenida Corrientes, coloca una pizarra abierta en la entrada con el menú del día y ofrece a sus comensales platos deliciosos, que devoran con pasión.
La entrada es acompañada por pan con manteca y una salsita casera de colores radiantes que todos mueren por probar. Especialidad de la casa, anuncia la carta.
Así, día tras día, detrás del mostrador, ella observa como sus víctimas son deglutidas y desaparecen.
Así se ejecuta su ritual, en memoria de quienes han desintegrado sus sueños, allí cuando despertaban con la realidad.
Yanina Marquevich
miércoles, 17 de noviembre de 2010
La conciencia de lo invisible
Mañana de sol. Viernes. Un día como todos pero algo lo diferenciará. Viajar en el colectivo rumbo al sur de la Capital Federal. El rojo semáforo ilumina ese instante, minutos quizás que me hacen despertar.
Sobre la vereda observo lo invisible para muchos. La realidad acecha implacablemente.
Acostados en hilera uno al lado del otro se ve lo incomprensible.
Siete cabezas asoman entre mantas viejas y cajas de cartón utilizadas para protegerse del frío, pero no solo climatico sino de la indiferencia del mundo que los rodea. Gente que pasa y desvía la mirada como si eso que está ahí desapareciera simplemente por no mirar. Siete niños durmiendo en la vereda como una vidriera atroz mostrando lo peor de esta humanidad que es el hambre y el desamparo. Ahi, a plena luz del día que se torna sombría. Hoy sin duda el dia no es como todos. Hoy lo invisible se hizo presente. Siete cabezas asomando. Siete destinos inciertos de vidas que quizas no serán, o si, pero dependeran de otros, de voluntades ajenas o compasión para acceder quizas a lo mínimo. No tienen techo, sus guaridas son cajas de carton en plena ciudad.
El pecho se anuda , se llena de impotencia e interrogantes. Giro la cabeza y observo desde la ventanilla a mi izquierda , el imponente edificio que los cobija del sol y los deja desnudos. Alli impavido, sin escrupulos, está el Congreso de la Nación.
Alli se albergan los representantes del pueblo. Alli a pasos nomas, nadie asoma su cabeza por la ventana para ver esa vereda y esas siete cabezas que asoman o que se esconden o que se acurrucan soñando en volver a la panza de mamá. Alli donde todo era sueños de lo que nunca será.
La sensación de asco es aberrante . Al llegar al trabajo tuve ganas de vomitar. Ese vómito es un grito silencioso desesperado lleno de preguntas sin respuestas. Mientras tanto, a lo lejos se escucha un tema de Queen, Show must go on, yo me pregunto: - ¿Debe continuar?...
Yanina Marquevich
Sobre la vereda observo lo invisible para muchos. La realidad acecha implacablemente.
Acostados en hilera uno al lado del otro se ve lo incomprensible.
Siete cabezas asoman entre mantas viejas y cajas de cartón utilizadas para protegerse del frío, pero no solo climatico sino de la indiferencia del mundo que los rodea. Gente que pasa y desvía la mirada como si eso que está ahí desapareciera simplemente por no mirar. Siete niños durmiendo en la vereda como una vidriera atroz mostrando lo peor de esta humanidad que es el hambre y el desamparo. Ahi, a plena luz del día que se torna sombría. Hoy sin duda el dia no es como todos. Hoy lo invisible se hizo presente. Siete cabezas asomando. Siete destinos inciertos de vidas que quizas no serán, o si, pero dependeran de otros, de voluntades ajenas o compasión para acceder quizas a lo mínimo. No tienen techo, sus guaridas son cajas de carton en plena ciudad.
El pecho se anuda , se llena de impotencia e interrogantes. Giro la cabeza y observo desde la ventanilla a mi izquierda , el imponente edificio que los cobija del sol y los deja desnudos. Alli impavido, sin escrupulos, está el Congreso de la Nación.
Alli se albergan los representantes del pueblo. Alli a pasos nomas, nadie asoma su cabeza por la ventana para ver esa vereda y esas siete cabezas que asoman o que se esconden o que se acurrucan soñando en volver a la panza de mamá. Alli donde todo era sueños de lo que nunca será.
La sensación de asco es aberrante . Al llegar al trabajo tuve ganas de vomitar. Ese vómito es un grito silencioso desesperado lleno de preguntas sin respuestas. Mientras tanto, a lo lejos se escucha un tema de Queen, Show must go on, yo me pregunto: - ¿Debe continuar?...
Yanina Marquevich
sábado, 23 de octubre de 2010
Indicadores
La pobreza no entiende de indicadores. Los niños hambrientos solo oyen el crujir por las noches de sus estómagos vacíos. El mundo indiferente discute banalmente si con 1 dólar diario podemos alimentarnos. Disfraces y caretas , pan y circo. Miramos como espectadores la desigualdad que día a día aumenta tanto o más que el supuesto crecimiento económico. De costado.
Mientras tanto no solo se inflan los precios, sino la impotencia. Crece la bronca por ver una sociedad cada vez más pobre, ignorante y manipulada que es utilizada como moneda de cambio. La vida cada día vale menos, ya todos desconfiamos de todos y se pierden los códigos básicos. Hoy nuestra vida vale una billetera.
Crece la indignación de ver tanto despilfarro clientelista, y vetan leyes que servían para alimentar a nuestros abuelos, esos que nos alimentaron con sueños y cuentos cuando eramos niños.
Son esos abuelos que muchas veces se van a dormir con un plato de sopa y escuchan esos tristes cuentos de sus gobernantes por televisión mientras miran como bailar por un sueño puede idiotizar a las masas que siguen su dia como zombies sin saber que el cementerio se llena de gente valiosa.
Somos una sociedad de fantasmas ciegos, que ignora el dolor a cambio de lipoaspiración de ideas. Consumo barato de artefactos descartables, todo ya, deme dos y le regalo mi esclavitud en cuotas fijas. A cambio le doy mi voto para poder cambiar el celular con el chip que conecta con los marcianos y barre-alfombras digital.
Algunos permanecemos despiertos y observamos con temor, sin demasiada acción. El temor es que se den cuenta que estamos atentos, el temor es que algún día alguien calle nuestra voz.
Nos convertiremos en fantasmas mimetizados pero algún día esas minorías hablaran, porque como dijo Lorca, hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye. Pero que si salieran de pronto y gritaran, llenarían el mundo.
Yanina Marquevich
Mientras tanto no solo se inflan los precios, sino la impotencia. Crece la bronca por ver una sociedad cada vez más pobre, ignorante y manipulada que es utilizada como moneda de cambio. La vida cada día vale menos, ya todos desconfiamos de todos y se pierden los códigos básicos. Hoy nuestra vida vale una billetera.
Crece la indignación de ver tanto despilfarro clientelista, y vetan leyes que servían para alimentar a nuestros abuelos, esos que nos alimentaron con sueños y cuentos cuando eramos niños.
Son esos abuelos que muchas veces se van a dormir con un plato de sopa y escuchan esos tristes cuentos de sus gobernantes por televisión mientras miran como bailar por un sueño puede idiotizar a las masas que siguen su dia como zombies sin saber que el cementerio se llena de gente valiosa.
Somos una sociedad de fantasmas ciegos, que ignora el dolor a cambio de lipoaspiración de ideas. Consumo barato de artefactos descartables, todo ya, deme dos y le regalo mi esclavitud en cuotas fijas. A cambio le doy mi voto para poder cambiar el celular con el chip que conecta con los marcianos y barre-alfombras digital.
Algunos permanecemos despiertos y observamos con temor, sin demasiada acción. El temor es que se den cuenta que estamos atentos, el temor es que algún día alguien calle nuestra voz.
Nos convertiremos en fantasmas mimetizados pero algún día esas minorías hablaran, porque como dijo Lorca, hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye. Pero que si salieran de pronto y gritaran, llenarían el mundo.
Yanina Marquevich
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